top of page

LOS BARRILETES DE SUMPANGO: UNA TRADICIÓN ANCESTRAL Crónica, por Flor Mollinedo

Estamos a las puertas de comenzar el mes de noviembre y es precisamente un mes que trae consigo una de las tradiciones más reconocidas a nivel nacional, y se trata de “los barriletes gigantes de Sumpango Sacatepéquez” .

Pero esto, aparte de ser un festival colorido y tradicional, es un ritual ancestral que va más allá de lo que los guatemaltecos conocemos. Los barriletes se remontan a principios del siglo XVII por Tomás Gage.

Tomás Gage en su crónica intitulada “Viajes de Tomás Gage a la Nueva España y Guatemala entre 1625 y 1637” señala que para aquellos años, en el Valle de las Vacas, Pinula, Mixco, Valle del Rodeo, Amatitlán y Petapa, los niños y los jóvenes volaban un tipo de cometa llamado “barrilete” los dos primeros días de noviembre como expresión propiciatoria de la conmemoración del Día de los Fieles Difuntos.

Fray Francisco Vásquez, cronista de la orden franciscana a mediados del siglo XVII, se refiere a los barriletes, como una costumbre evangelizadora franciscana en la que los pueblos del altiplano occidental, aprovechan los vientos fuertes de octubre y noviembre para poder volarlos y relacionándolas también con el jubileo de los difuntos y los santos.

TRADICIONES ORALES



Entre la tradición oral guatemalteca, más antigua, recogida en San Agustín Sumpango, los barriletes representan la unión del inframundo con el mundo de acuerdo con los criterios cosmogónicos de los indígenas de la comunidad. Es la vía perfecta de enlace entre los muertos (los santos) y los vivos.


Para los habitantes de San Agustín Sumpango, el Día de todos los Santos tiene poco que ver con los santos católicos del cielo y se enfocan casi exclusivamente sobre los muertos del inframundo, los ancestros, nuestros antepasados.


RITUAL ANCESTRAL


Para los habitantes de este pueblo, la víspera del 1 de noviembre, el Dios/Mundo se libera del inframundo y durante veinticuatro horas las almas de los antepasados y sus espíritus tienen la libertad de visitar los lugares en que vivieron y a sus descendientes.


Los vivos por su parte, tienen que estar preparados para recibir singular visita, por lo que éstos elaboran un riguroso ritual: la familia se levanta muy temprano el 1 de noviembre, esparcen flores de muerto en el umbral de la puerta de sus casas y cuelgan ramos de las mismas flores en los marcos de las ventanas y de cualquier abertura que tenga la vivienda; en un altar por separado se encienden velas, se colocan frutas y legumbres frescas, un vaso de cristal con agua y una botella de aguardiente blanco.

Todo esto sirve para guiar a los espíritus e indicarles que no se les ha olvidado y que son bienvenidos en sus viejas moradas. De no llevar a cabo este rito, se cree que los espíritus son capaces de infligir daños a las cosechas, causar enfermedades y atentar contra la existencia de los seres vivos.

El objetivo fundamental, de esta bella costumbre es religioso y cultural, pues los pobladores creen que es un lazo de comunicación entre las almas de los seres queridos que se encuentran fallecidos, y que en esos días visitan a sus familiares en la tierra, y que también reúne a los jóvenes para exponer su talento artístico.



También se cree que los barriletes actúan como mensajeros de paz, porque se les envían telegramas, lo cual consiste en hacer un agujero en un pedazo de papel o cartón y colocarlo en la pita, y en cada jalón que se le da, el telegrama se va elevando hasta llegar al propio barrilete, haciendo llegar a su destino un mensaje de bienestar y súplicas de paz entre hermanos.


FESTIVAL


El Festival de barriletes gigantes de Santiago Sacatepéquez se celebra anualmente el 1 y 2 de noviembre en el municipio guatemalteco de Santiago Sacatepéquez.. Durante el día de los difuntos, los pobladores de este municipio suelen visitar las recién pintadas tumbas de sus antepasados para orar y depositar allí ofrendas florales.


Durante toda la mañana y primeras horas de la tarde, los varones adultos, los jóvenes y niños acuden al cementerio, el cual está situado sobre una colina que domina el hermoso paisaje circundante, llevando los pobladores en sus brazos gigantescos barriletes de variados colores y formas que se hacen de papel de China y gruesas varas de Castilla.

Antes de lanzar los barriletes, los niños se encargan de sostenerlos verticalmente apoyándose sobre el piso en espera de que se les dé la orden de soltarlos. Recibida la orden y suelto el barrilete, comienza este a elevarse impulsado por los fuertes tirones que acompasadamente se dan al cordel o lazo que los sostiene. Elevar el barrilete es elevar los sueños de sus fabricantes, mantenerlos el mayor tiempo en el aire y a la máxima altura posible es una de las más grandes aspiraciones que tiene cada uno de los participantes.


PATRIMONIO CULTURAL

Esta tradición fue declarada patrimonio cultural de Guatemala por el Ministerio de Cultura y Deportes de Guatemala el 30 de octubre de 1998.


También recibió la Orden del Patrimonio Cultural por el presidente Óscar Berger Perdomo.



Fotografía cortesía de Guatemala.com

 
 
 

Comentarios


bottom of page